sábado, 3 de febrero de 2007

No quiero palabras desafinadas en bocas amistosas.

En la tranquilidad de cualquier soleado-oscuro-nublado o claro día, tus sensibles oídos te notifican la descorazonadora habladuría que viaja a través de una boca amistosa:

- Alguien dijo "esto" de ti.
Después de la inobjetable curiosidad que se despertó, se enciende brevemente la temible luz preventiva: Cuidado. De nuevo una de esas terribles ocasiones en que tu yo interior advierte al yo-práctico, sobre los riesgos que conlleva continuar en las indagaciones, en SABER quién y qué dijeron(o al revés).
El Porqué y cómo permanecerán quizá como interrogantes, probablemente acompañados del "quién", ya que improbablemente conocerás la respuesta de todas las cuestiones expresadas ya.

Aún así, ignoras la señal y preguntas.

- Resulta, mi estimado(a), que Don Fulano dijo que tú hiciste tal acción u omisión, le dijo a Perengana que fue por las razones que te acabo de platicar. ¿Es verdad...?

El cliché viene a tu mente: "Sientes y escuchas que el corazón se queja"; la sangre se agolpa en la vena de tu frente, y la prominente línea que en los momentos de tensión cruza tu frente, brilla en todo su esplendor. No me enojé, pero sí me molesta, dices, ante la incrédula mirada de tu interlocutor(y el "te lo dije" de tu conciencia). - aunque la realidad es que sí te hace enojar...

Siempre es doloroso recordar pericos desafinados que vuelan sobre uno; sus voces tergiversadas por la opacidad de las ventanas exteriores de tu vida: desde la cómoda subjetividad en la que reposan, vigilantes, algunas personas.

Ojalá, piensas, se atraganten con sus palabras, y el repentino y desagradable susto les recuerde que la vida es muy corta para opinarla: Hay que vivirla en primera persona.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Jaja creo q fui muy agresivo en eso de que "ojalá se atraganten"; aclaro q no lo digo con mala intención, y los "malos deseos" son ficticios

CHINGUASPUL

CHINGUASPUL