jueves, 30 de octubre de 2008

DIOS HA MUERTO!

Dios ha muerto.

Una vez un amigo citó esta famosa frase de Nietzche, creyendo que me afectaría escucharlo. Coronó su comentario con un "yo lo maté", que en su boca sonó quizá más bizarro que en Nietzche, pero contra la creencia popular de que esa frase fue pronunciada a manera de ataque frontal a la Iglesia, pongo las palabras textuales que aparecen en Wikipedia:

Dios ha Muerto. Dios sigue muerto. Y nosotros los hemos matado. ¿Como podríamos reconfortarnos, los asesinos de todos los asesinos? El más santo y el más poderoso que el mundo ha poseído se ha desangrado bajo de nuestros cuchillos: ¿quién limpiará esta sangre de nosotros? ¿Que agua nos limpiará? ¿Qué rito expiatorio, qué juegos sagrados deberíamos inventar? ¿No es la grandeza de este hecho demasiado grande para nosotros? ¿Debemos aparecer dignos de ella?
Nietzsche, La Gaya Ciencia, sección 125



A raíz de esta interesante cadena de palabras, habría que verificar su contexto, estudiar más de filosofía y desgranarla para conocer qué significó en sus años, pero más importante aún, ver qué significa en nuestro tiempo. Podríamos escuchar como clásico cliché hollywoodense, a un predicador gritando, con un cartel colgado al cuello: ¡¡DIOS HA MUERTO!!, desatando la ira de muchos, quienes probablemente sin escucharlo bien, irían a callarlo...

Involucremos palabras elocuentes; palabras con una profundidad impresionante, como "LIBERTAD", labrada con sangre de trabajadores constantes y visionarios; a través de luchas cuerpo a cuerpo, tinta de infinitos tratados y voluntad política, entre muchos otros "ingredientes" como "VALOR", "RESPETO" y "FE". Éstas serían otras palabras, que cultivadas en el corazón del escucha provocarían un aguzamiento del oído y un juicio que en vez de atacar ciegamente o negar las afirmaciones, cerrando el entendimiento; abriría la mente para interpretar lo que quería decir el orador.

Dios muere todos los días. Entendí que Friederich dice que a causa del incontrolable ego humano, que crece como tumor, deformando la de por sí megalómana cabeza humana. El avance de la ciencia debe de ir intrínsecamente unido al crecimiento humano, por lo que no es concebible por ejemplo que surja la cura para una enfermedad, y no se utilice a gran escala para favorecer a las compañías farmacéuticas. El hombre mata a Dios, el hombre se cree Dios, el hombre "mata" a Dios.

Al final, queda la frase


El hombre ha muerto:

(atte.) Dios.

CHINGUASPUL

CHINGUASPUL